LA VENGANZA DEL SONIDO
Fiebre. Alta. Calor. Delirios. Todo se amotinaba para no salir. Y no entrar. Una barrera incandescente formóse cual escudo en su alma frágil, escuálida.
Nunca se imaginó tan poco dominio de sí, tanta extrañeza. El susto por lo involuntario lo asustaba más que el de lo imprevisto.
Enfermó. Enfermó casi hasta el límite. No había razones, no se encontraban sentidos.
Tanta masa corporal, tanto órgano batiente, tanta vena burbujeante y tanta fibra muscular, resultaban tierra de nadie ante la más mínima palabra susurrada, ante el aliento leve que precede a la frase pensada, aún para aliviarlo.
Los recorridos de la fiebre convergían en sus lados, tapándole los oídos, cerrándole los ojos, bajándole las cejas, tensando sus brazos hasta cerrar los puños como tenazas amenazantes.
Una barrera de silencio se imponía en su aura, amedrentando cualquier acción.
Y me invade de inmediato la extrañeza. El lugar desconocido me lleva al borde de lo que no se puede conocer.
…
No hay fiereza mayor en esta forma que lo deforme. Lo informe, lo amorfo. Se hiela la mirada de sólo rozarlo. Y queda la ceguera. El no querer ver más.
…
El sonido tiene un código secreto, que sólo lo conocen sus usuarios. La conexión es progresiva, pero segura. Nada puede compararse. Se emite, resuena, rebota, y vuelve. Sus franjas son tan sutiles como ignotas. Tan lógicas como imposibles. El eco es su más burda manera de explicarlo.
Millones se amontonan en sílabas, clarísimas e indescifrables a la vez. Llenas de sutiles microtonos que forman secretamente mensajes, captados sólo por sectores que no voy a describir ahora.
Tampoco voy a nombrar todas las aplicaciones harto conocidas, como las que llaman, las que urgen, las que deleitan o las que aturden per sé. Sí voy a subrayar las ocultadas, las disimuladas, las amordazadas, las desganadas.
…
Cuánto tiempo puede una cuerda no vibrar? Cuánto tarda en escucharse?
…
Movimiento, vibración, sonido. Imposible separarlos. Imposible aquietarlos, callarlos, coartarlos. No es su naturaleza.
…
Cómo puede ser que te indignes y asombres con eso que escucharon tus oídos?
Aceptando el que te indignes… qué exactamente te indigna? No supiste nunca del feed back místico? No creés en las devoluciones instrumentadas por los hilos del universo?
Aceptando que te asombres… eso es revelador. Tu alma no está tan decrépita. Finalmente resulta ser más sano para develar incógnitas imposibles de develar. Es lo que queda. Es la maravilla.
…
El dios del sonido habita en la venganza.
Y paradójicamente no hay rezo que pueda escuchar…
Cla9
26/6/10