MUJER EN PIEZAS (sobre una pintura de Gloria Llopiz)

Concentrate.
Voy a contarte como fui.
Olvidate de toda idea porque esto va a ser nuevo para vos.
Escuchá la música y manos a la obra.
Ese día estaba feliz.
Me di cuenta que estabas por salir de mí.
A pesar de los zumbidos y del fuego y de las ruinas, no podía dejar de sonreír.
Y sabía que quedaba poco. Lo sentía en mi mirada.
En el centro del continente más oscuro, también había deseos de amor y paz.
Así viví. Encarnando esos deseos como una única urgencia existencial.
El trabajo diario de sobrevivir me marcó el cuerpo como a todas ahí.
Cuando había un momento de silencio me imaginaba flotando, sobrevolando las copas de los árboles, planeando a través de los valles con mis manos rozando la hierba amarilla y suave.
Sabía que ibas a ser fuerte y rubia. Y que te ibas a abrir paso a través de lo que sea para respirar.
Estaba feliz.
No me doliste nada. Fue como si una flor se abriera para mostrarte al cielo.
Ni siquiera dolió ese plomo que me abrió la cabeza como una granada madura.
Seguía feliz.
Veía brazos que te rescataban de la escena, y casi podía ver todo lo demás.
Atravesé los campos amarillos respirando mil aromas deliciosos.
Toqué con mis sentidos las suavidades más exquisitas y todo fue color sobre color, amor sobre amor durante una breve, brevísima eternidad.
Y acá estoy. Nunca te perdí de vista.
Me llamás Yanine, y me hace gracia.
Adoro tus mimos y cuidados. Adoro verte reír.
Bien, estás captando la idea.
Y por favor, no llores más. Somos únicas.
Más allá de las formas y las temporadas, siempre seremos compañeras de camino.

De GLO Y YANINE

Cla9
7.6.11