jueves, 11 de agosto de 2011

ALBA EN EL BORDE (mi versión del cadáver exquisito marmotil)


Jamás pudo decir perdón. Pero claro, como iba a decirlo si jamás pudo sentir que algo que hubiera hecho estaba mal. Y Alba sólo esperaba eso. Verdades y perdones pedidos a tiempo. Que ironía…
Su entorno solía responderle con silencios. Silencios absolutos que no daban cuenta de nada. Que la incomodaban, la bajaban a una realidad que se negaba a ver, hasta que le resultó insoportable.
Y entonces, con la impunidad que la ceguera otorga a quien la porta, armó guión y escenario de un fin casi cantado…
Atenta día y noche a ciertas miradas, ciertos gestos, creía todo lo que decían de su Slavo, pero a la vez no confiaba en nada ni en nadie.
El papel de víctima le sentaba de lujo. Pero sufría de verdad.
Fantaseaba.
Fantaseaba con una mano gentil que la sacara de sus tribulaciones y enredos mentales, implacables y constantes.
Deseaba.
Deseaba tanto el abrazo mágico de su amado que la volviera a esa realidad tan soñada como inalcanzable…
Sin duda vivía otra vida. Una vida programada al mínimo, que dejó el campo libre para que la locura la invada sin pedir permiso ni perdón.
alba
Cla9
24|7|11
 MARMOTA

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