“Así que es verdad, pensó, es realmente cierto”
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Estaba agotado. No soportaba más. El cielo y la tierra insistían en juntarse no sin arrasar todo lo intermedio, claro. El fuego y el agua parecían confabulados en mostrar sistemáticamente su poder, uno tras otro. Casi sin respiro. El fin era inminente. Y la impotencia ante todo eso lo llevó a tomar la decisión más terminante. Se encerró en la cocina, abrió todas las llaves de gas y asegurándose de no tener ningún fósforo a mano se sentó en su silla a esperar. Ya nada puedo hacer. Ya estamos todos muertos. Ya no hay vuelta atrás a tanta aberración humana, pensó. Sólo me quedan mis sueños. Sueños con pájaros y arroyos, con árboles y coloridos prados. Allá voy.
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