jueves, 25 de febrero de 2010

CABLE A LUNA

Definitivamente hay cabos que se empiezan a atar. Por momentos parecen aflojarse un poco; a veces se tensan, o se desajustan... pero siguen atados. Qué aliviador. Una balsa fuerte en la marea. Un poste en el mareante caos.
El efecto iceberg está empezando a formar parte del todo, amablemente y la incertidumbre se acerca y se hace amiga. Entonces todo puede pasar, mientras continuamos tejiendo los caminos invisibles de la trama que nos contiene, con sabiduría imposible de describir.
Por momentos se ven partes del armado general, increíblemente exacto. Sombras fugaces, que recuperan un aliento desconocido pero válido, en el latir vago del universo.
A pesar de que el agua avanza, algo en algunos interiores se afirma. Cierta certeza surge de estratos sutiles, y confirma el vaticinio de los tiempos. No logran ni diluirse ni evaporarse. Se emulsionan, acompañando el sino.
Ya no tiene sentido seguir provocando males añejos. Más vale que queden en el surco correspondiente de la historia. Ya no corresponde insistir en rigideces. Mejor deleitarse con el acompañamiento.
Sólo resistir ya no tiene gracia, no tiene forma. Pertenecemos a una raza que debe aprender a recrearse, aceptándose ser sólo una más, dotada de consciencia. Podemos ser una más que suma, o una más que resta y desaparece.
Escuché que la voluntad es el link entre el alma y el universo. Entonces puedo intervenir, puedo participar…
Las garras del tiempo me marcaron el corazón como si fuera un mapa, un plano, una idea soleada a perseguir con pasos de baile torpes, frenéticos y espontáneos como único modo de avance. Y aunque la lluvia me diga algo diferente, elijo seguir la mirada de paz que encuentro en algunos, muy de vez en cuando, como cable a tierra, como cable a luna.
Cla9
20/2/10
octavo circulo bot%C3%B3n
(publicado en EL OCTAVO CÍRCULO)

 


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