Imposible olvidarme. Tu piel invadiendo la mía. Sólo nos distancia la espera deliberada, corporizada en un masaje. Ningún terremoto puede con esto. Es así, único. Nada más existe. Por más intentos de cambiar de tema de mi parte, por mi naturaleza mental y distraída, nada cambia de forma, ni de intento. Es como sonreír, o guiñar un ojo, o acomodarse el pelo, o lo que queda de ropa. Nada. Todo. Son milimétricas puestas en escena de actos mínimos, destinados a divertir más que a distraer. Todo está ahí. No hay nada más. Cada centímetro recorrido marca el sentido del deseo, con la humedad correspondiente. Disfrutando el retener, naturalmente, empezamos a enhebrarnos fibra a fibra, dejando afuera el tiempo y el espacio, porque no existen. O si, pero diferentes. Con huecos y prolongaciones distintas, definitivamente más reales. Ningún milagro se espera, existimos en él.
Cla9
27/2/10
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